Remedios Genéricos: Derecho de la Humanidad que podria verse afectado con el TLC
La siguiente noticia la encontré en www.informalisimo.com
Por los medios de comunicacion, en su mayoria se habla de los beneficios de la posible firma del TLC con los EE.UU. Sin embargo poco se menciona acerca de los aspectos negativos. El periodista Guillermo Giacosa nos pone un ejemplo con los remedios genéricos. Aquí su artículo:
Salí de Canal 7 y me crucé a la farmacia de enfrente a tomar un agua mineral y a comprar un medicamento. Cuando pregunte cuánto debía la respuesta fue “cinco soles”. Me pareció que el agua mineral era cara pero al mismo tiempo comprendí que la farmacéutica había olvidado cobrarme la medicina que, según mis cálculos, rondaba los 20 soles.
Se lo dije y ella me replicó, “no señor, eso es todo”. ¿Todo cinco soles con agua mineral incluida? pregunte, ¿esta segura? Si señor, como la marca que me solicitó no la tengo le di un “genérico”. Ya en mi casa lo probé con una leve desconfianza y el efecto fue y sigue siendo exactamente el mismo. Repito: exactamente el mismo. Sin los chirimbolos, adornos, papelitos, etc. del medicamento de marca pero con los mismos efectos sobre la salud que son los que cuentan. En caso de desconfianza sobre contraindicaciones bastará consultar a su médico o escribir el nombre de la droga en Google u otro buscador y sabrá qué hacer ante cualquier emergencia. Queda fuera de toda discusión de que el remedio debe haber sido recomendado por un profesional de la medicina ya que la automedicación puede resultar peligrosa.
La diferencia de precio entre un genérico y una medicina de marca es gigantesca. El Amoxil, por ejemplo cuesta 38 soles, su genérico sólo 8. ¿Podrá argüirse que de ese modo los grandes laboratorios no pueden financiar la investigaciones que derivarán en nuevos e importantes fármacos. Es un argumento engañoso ya que el genérico recién puede producirse una vez que la patente del medicamento de marca ha vencido y en ese tiempo el laboratorio ha recuperado varias veces la inversión realizada. Con el TLC, por ejemplo, EEUU, siempre "tan preocupado por el bienestar de los pueblos", pretende que Perú solo adquiera medicamentos patentados con lo cual las clases menos favorecidas, ante la imposibilidad de financiarse dichos medicamentos, deberán volver a confiar en la no siempre eficaz Divina Providencia.
Aceptar una imposición de esta naturaleza puede ser genocida y no puedo ni siquiera pensar que un peruano en sus cabales pueda suscribir, en este rubro, los deseos de la superpotencia. A menos que crean, y en medio de los horrores contemporáneos no descarto nada, que una disminución considerable de la población contribuirá a la paz social y a hacer del Perú el país que se acomode idealmente al papel que EEUU pretende asignarle.
En todo caso no estamos solos. Esta es una batalla que se libra a nivel universal. Dos países, intocables por su poder, encabezan esta lucha por la fabricación de genéricos: China e India, casi la mitad de la humanidad. En nuestro continente Argentina y Brasil acaban de firmar un convenio con igual propósito y el gobierno de Lula está exigiendo condiciones mucho menos onerosas a los laboratorios Abbott para el uso de su droga contra el sida. El primer paso lo había dado Sudáfrica, donde ya hay 6,5 millones de infectados. Hace cinco años autorizó la fabricación de medicamentos genéricos contra el sida lo que motivó una demanda por parte de 39 empresas farmacéuticas multinacionales. Durante el juicio, que fue seguido con atención en todo el mundo, los laboratorios se transformaron de acusadores en acusados, y en abril de 2001 retiraron la demanda.
Como vemos hay muchos campos donde la genuflexión no es lo más aconsejable y, donde más allá de nuestras fantasías sobre el poder del imperio, se puede dar lucha y triunfar.
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Por los medios de comunicacion, en su mayoria se habla de los beneficios de la posible firma del TLC con los EE.UU. Sin embargo poco se menciona acerca de los aspectos negativos. El periodista Guillermo Giacosa nos pone un ejemplo con los remedios genéricos. Aquí su artículo:
Salí de Canal 7 y me crucé a la farmacia de enfrente a tomar un agua mineral y a comprar un medicamento. Cuando pregunte cuánto debía la respuesta fue “cinco soles”. Me pareció que el agua mineral era cara pero al mismo tiempo comprendí que la farmacéutica había olvidado cobrarme la medicina que, según mis cálculos, rondaba los 20 soles.
Se lo dije y ella me replicó, “no señor, eso es todo”. ¿Todo cinco soles con agua mineral incluida? pregunte, ¿esta segura? Si señor, como la marca que me solicitó no la tengo le di un “genérico”. Ya en mi casa lo probé con una leve desconfianza y el efecto fue y sigue siendo exactamente el mismo. Repito: exactamente el mismo. Sin los chirimbolos, adornos, papelitos, etc. del medicamento de marca pero con los mismos efectos sobre la salud que son los que cuentan. En caso de desconfianza sobre contraindicaciones bastará consultar a su médico o escribir el nombre de la droga en Google u otro buscador y sabrá qué hacer ante cualquier emergencia. Queda fuera de toda discusión de que el remedio debe haber sido recomendado por un profesional de la medicina ya que la automedicación puede resultar peligrosa.
La diferencia de precio entre un genérico y una medicina de marca es gigantesca. El Amoxil, por ejemplo cuesta 38 soles, su genérico sólo 8. ¿Podrá argüirse que de ese modo los grandes laboratorios no pueden financiar la investigaciones que derivarán en nuevos e importantes fármacos. Es un argumento engañoso ya que el genérico recién puede producirse una vez que la patente del medicamento de marca ha vencido y en ese tiempo el laboratorio ha recuperado varias veces la inversión realizada. Con el TLC, por ejemplo, EEUU, siempre "tan preocupado por el bienestar de los pueblos", pretende que Perú solo adquiera medicamentos patentados con lo cual las clases menos favorecidas, ante la imposibilidad de financiarse dichos medicamentos, deberán volver a confiar en la no siempre eficaz Divina Providencia.
Aceptar una imposición de esta naturaleza puede ser genocida y no puedo ni siquiera pensar que un peruano en sus cabales pueda suscribir, en este rubro, los deseos de la superpotencia. A menos que crean, y en medio de los horrores contemporáneos no descarto nada, que una disminución considerable de la población contribuirá a la paz social y a hacer del Perú el país que se acomode idealmente al papel que EEUU pretende asignarle.
En todo caso no estamos solos. Esta es una batalla que se libra a nivel universal. Dos países, intocables por su poder, encabezan esta lucha por la fabricación de genéricos: China e India, casi la mitad de la humanidad. En nuestro continente Argentina y Brasil acaban de firmar un convenio con igual propósito y el gobierno de Lula está exigiendo condiciones mucho menos onerosas a los laboratorios Abbott para el uso de su droga contra el sida. El primer paso lo había dado Sudáfrica, donde ya hay 6,5 millones de infectados. Hace cinco años autorizó la fabricación de medicamentos genéricos contra el sida lo que motivó una demanda por parte de 39 empresas farmacéuticas multinacionales. Durante el juicio, que fue seguido con atención en todo el mundo, los laboratorios se transformaron de acusadores en acusados, y en abril de 2001 retiraron la demanda.
Como vemos hay muchos campos donde la genuflexión no es lo más aconsejable y, donde más allá de nuestras fantasías sobre el poder del imperio, se puede dar lucha y triunfar.
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